viernes, 10 de septiembre de 2010

Epistemonomía, epistemetronomía, epistemólosis, epistemática o qué coños...imientos son estos?

En esta ocasión comentaré dos textos, uno de Javier Castañeda en torno a Edgar Morin: "El siglo del conocimiento puede ser el siglo de la ceguera" y otro de Jean-Luis Le Moigne: "Las epistemologías constuctivistas". No será fácil para nadie pero créame usted, que me costó mas trabajo escribirlo de lo que cuesta leerlo...

Parece ser que la cantidad de información es inversamente proporcional a la posibilidad de digerirla para que ésta se convierta en conocimiento, pues sopesarla y organizarla y relacionar los elementos con los sistemas y éstos con los entornos (lo que termina siendo el mundo) es un Arte que incluso asistidos por computadoras, requiere de métodos y un criterio bien aplicado para que tal conocimiento pueda llegar a al causar la bonanza de la sabiduría.

El incremento de la velocidad informática ha reducido el tiempo disponible para pensar, por lo que es urgente una pausa para la reflexión. Consumir información, un hábito tan actual, no es tan buen propósito: en relación al total disponible, son muy pocos los buenos contenidos cibernéticos y mediáticos bajo una premisa amigablemente educativa, en el mundo virtual poco se ponderan los procesos mentales pausados, contemplativos y reflexivos pues se opta por la acumulación competitiva de los datos.

Habríamos de ser cautos ante el abuso tecnológico y los protagonismos de las parcialidades, creer en lo cuantitativo sólo por que nos lo indique lo cualitativo. Pues la deshumanización educativa y la especialización que insensibiliza son riesgos reales y comunes en este mundo.

Considerar la validez o legitimidad del conocimiento en cualquier momento de la Historia, ha significado un proceso político y económico sujeto a los intereses de quienes ostenten el poder de las explicaciones oficiales, cualquiera que sean éstas respecto a cualquier asunto. En este momento histórico existe una variable informática como la internet que es una herramienta cibernética que plantea un paradigma de información distinto a todos sus precedentes, en cuanto la desproporción entre el contenedor y el contenido.

En este entorno preguntémonos: ¿Qué es, cómo surge y por qué es válido el conocimiento?

Los enfoques posibles son muchos para contestar a lo anterior: el filosófico, el antropológico, el neurocientífico, sicológico, ontológico, sociológico, biogenético, cibernético, sistemático, empírico o casual. En términos prácticos para un profe como yo, básicamente son dos las aplicaciones posibles de lo conocible: En lo cotidiano o en lo experimental. En el primer caso el conocimiento deriva en costumbres definidas o no, teorías aplicadas y tecnologías en uso, en el segundo se enfoca en lo hábitos estudiados o no, teorías enseñadas y la investigación que origina y mejora cualquier tecnología inventada. Esto nos permite llegar al contrato social que se efectúa al establecerse la relación entre los actores y las instituciones donde ésto sucede para postular y hacer efectivas la orientación, el interés, la pertinencia y la función de lo conocible. En ese sentido podríamos reducir la aplicación cotidiana a lo productivo o más aún industrial y la experimental a lo formativo o a lo educacional.

Las interpretaciones de lo anterior estarán constantemente cargadas de una ideología que puede inclinarse fácilmente hacia el empoderamiento de los individuos que se encarguen de ostentar y refrendar una epistemología mercantil, o con dificultad hacia la conformación de comunidades sujetas a los valores de una epistemología social.

Desafortunadamente ha sido el positivismo el lubricante filosófico que ha regido la forma de los mencionados contratos sociales, estableciendo lo que se espera del conocimiento y lo que se lleva a cabo con él, estamos pagando las cosecuencias gravísimas de ello.

Es momento, bajo las premisas del pensamiento complejo, de reestructurar las intenciones y los propósitos del conocer, para ser capaces de un desarrollo integral que nos permita enseñar, no como si produjéramos tornillos en una fábrica, sino que sembremos y permitamos que las propias siembras cosechen para sí los frutos hechos del conocimiento que surja en los estudiantes.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Próximo el segundo seminario de reflexión docente

Pronto iniciaremos con nuevas lecturas y comentarios de un seminario que apunta a ser una vía importante para algunos de nosotros, la cual nos permitirá alcanzar una comprensión más aguda de nuestra labor docente y esperemos que también signifique el inicio de proyectos académicos en los que compartamos experiencias, generemos materiales didácticos conjuntos y diseñemos estrategias orientadas a mejorar nuestras clases y ello redunde en mayor número de cubiertos con un nivel más alto de competencias adquiridas.
Como ansias...